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martes, 10 de junio de 2008

Mis tres mujeres.

-¡Crucifícame!-
dijo en su llanto el poeta
a su amada dulcinea
para que usted vea
ella ni caso le hizo...

Así es como nos empalan
las mujeres al altar
y de tanto caminar
terminamos tan cansados
tan jodidos
marginados
y dolidos
que ya no podemos ni pensar.

Crucifícame
de una vez:
Soledad indolente
junto a Ausencia
la muy ingrata
me han cortado la sonata
y toda la inspiración.

Y Manola ya se apresta
a exigir el maratón
que me seque toda sangre
con razón o sin razón.

Perdón les pido poetas
por esta intromisión
que busca matarlos de risa
y aliviar su procesión...

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